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Séptima papeleta: impulso estudiantil que desencadenó la Constitución de 1991

La séptima papeleta fue un movimiento estudiantil que impulsó la convocatoria de la Asamblea Constituyente, llevando a la creación de la Constitución de 1991 y marcando un hito en la participación ciudadana y la transformación democrática de Colombia.

¿Qué fue la séptima papeleta? 

La séptima papeleta fue un movimiento que surgió con fuerza entre los estudiantes universitarios de Colombia a finales de los años 80 y principios de los 90. La meta principal era clara: motivar la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que permitiera reformar la Constitución de 1886, una carta que llevaba más de cien años rigiendo el país. Este movimiento tomó forma a través de la inclusión simbólica de una papeleta adicional durante las elecciones legislativas de marzo de 1990. Así, la ciudadanía podía manifestar su apoyo a la idea de una nueva constitución.  

El nombre “séptima papeleta” se debe a que, además de las seis papeletas oficiales, los votantes podían añadir esta séptima, que, si bien no tenía reconocimiento legal, sí tenía un enorme significado político y social. Este acto, más allá de ser solo simbólico, reflejaba la urgencia de una reforma profunda en el sistema político colombiano, marcado por la exclusión, la falta de representatividad y una institucionalidad rígida. La séptima papeleta se convirtió en un canal para que la ciudadanía expresara su deseo de cambio de una manera pacífica y creativa. La iniciativa logró una gran visibilidad en los medios y en los espacios académicos, generando así un debate nacional sobre la legitimidad de las instituciones y la necesidad de actualizar el marco constitucional. 

El movimiento de la séptima papeleta fue una respuesta cívica y organizada frente a la violencia, la crisis institucional y la falta de legitimidad del sistema político en ese entonces. Surgió en un contexto donde la sociedad exigía cambios estructurales, mayor participación ciudadana y reglas de juego más democráticas. El papel de los estudiantes fue clave para canalizar ese descontento, convirtiendo la inconformidad en una propuesta concreta de reforma constitucional. 

La séptima papeleta no fue solo un fenómeno electoral, sino también un ejercicio de pedagogía ciudadana. Sus promotores se dieron a la tarea de recorrer universidades, colegios y barrios, explicando por qué era importante participar políticamente y cómo una nueva constitución podía impactar la vida de los colombianos. Este proceso ayudó a fortalecer la cultura democrática y a empoderar a la ciudadanía, especialmente a los jóvenes, como actores principales en la transformación del país. 

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Contexto histórico y origen del movimiento estudiantil 

En los años 80, Colombia atravesaba momentos realmente difíciles en lo político y social. El país sufría una ola de violencia ligada al narcotráfico, el conflicto armado interno y los constantes atentados contra líderes políticos y sociales. La desconfianza hacia las instituciones y la sensación de que la Constitución de 1886 ya no respondía a la realidad nacional alimentaban el debate sobre la necesidad de un cambio profundo. 

Por otro lado, el Estado colombiano tenía graves problemas para garantizar la seguridad y el bienestar de la gente. El auge de los carteles de droga, el aumento de los secuestros y el deterioro de la confianza en las autoridades crearon un ambiente de inseguridad e incertidumbre. Frente a esto, la sociedad civil, especialmente los jóvenes, empezó a cuestionar si las instituciones realmente servían y a exigir reformas para superar la crisis. 

El movimiento estudiantil se consolidó como una fuerza social relevante en ese contexto. Jóvenes universitarios de varias regiones se organizaron para exigir reformas democráticas y abrir espacios de participación ciudadana.  

El ambiente universitario fue terreno fértil para las ideas nuevas y para articular propuestas de cambio. Las universidades funcionaron como laboratorios de reflexión y acción política, donde estudiantes y profesores analizaban los desafíos del país y buscaban alternativas para superarlos. Aquí, la Javeriana jugó un papel destacado al fomentar el pensamiento crítico y la responsabilidad social en sus estudiantes, muchos de los cuales se sumaron de lleno al movimiento de la séptima papeleta. 

Marcha del Silencio y crímenes políticos (1989) 

Uno de los antecedentes más marcados fue la Marcha del Silencio en 1989, motivada por el asesinato de líderes políticos como Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro. Estos crímenes sacudieron a toda la sociedad y llevaron a miles de estudiantes a movilizarse pacíficamente, exigiendo el fin de la violencia y un giro en la conducción política del país. La Marcha del Silencio demostró la capacidad de los jóvenes para organizarse y expresar su rechazo a la situación que vivía Colombia, sentando así la base para acciones posteriores como la séptima papeleta. 

Esta marcha fue un hito para la movilización social. Reunió a estudiantes, profesores, trabajadores y ciudadanos de todas las edades, quienes caminaron en silencio por las calles principales de Bogotá, portando pancartas y velas como señal de luto y protesta. Ese mensaje silencioso fue contundente: la violencia no podía ser la respuesta a los problemas políticos y sociales. 

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¿En qué consistía la papeleta y cómo se ejecutó? 

La séptima papeleta era una hoja adicional que los votantes podían depositar en las urnas durante las elecciones legislativas del 11 de marzo de 1990. Aunque no tenía valor legal ni estaba contemplada en la normativa electoral, su inclusión simbolizaba el respaldo ciudadano a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. Todo esto fue posible gracias a la movilización y coordinación de los estudiantes, quienes imprimieron y distribuyeron las papeletas en universidades, colegios y espacios públicos, especialmente en Bogotá y otras ciudades principales. 

El proceso se llevó a cabo de manera pacífica y ordenada. Los promotores del movimiento se encargaron de instruir a los votantes sobre cómo incluir la séptima papeleta sin interferir en el proceso oficial. Aunque las autoridades no reconocieron formalmente estos votos, la amplia participación y el eco mediático fueron suficientes para presionar al gobierno y motivar la evaluación de mecanismos para avanzar hacia una reforma constitucional. 

Detrás de la séptima papeleta hubo una logística que, aunque parezca sencilla, fue todo un reto. Los estudiantes diseñaron una papeleta clara, con la pregunta: “¿Convoca usted a una Asamblea Nacional Constituyente con participación popular?”. Se imprimieron miles de ellas en imprentas universitarias y se repartieron a lo largo del país. Los voluntarios se encargaban de explicar a los votantes por qué era importante y cómo debían depositarla junto a las seis papeletas oficiales.  El carácter pacífico y propositivo del movimiento fue fundamental para ganar legitimidad y evitar enfrentamientos con las autoridades electorales.  

Así, la séptima papeleta se convirtió en un símbolo de la capacidad de la sociedad civil para incidir en la agenda pública y promover reformas profundas desde abajo.

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Resultados e impacto político 

La séptima papeleta logró, sin exagerar, captar la atención de todo el país y poner en el centro del debate la necesidad de una reforma constitucional. Fue tal la presión social y política, especialmente desde los jóvenes, que el gobierno nacional no tuvo más opción que adoptar medidas concretas ante la demanda de cambio. 

El impacto de la séptima papeleta se vio reflejado en la manera como se reestructuró el debate político y en la apertura de espacios para la participación ciudadana. Por primera vez en mucho tiempo, la sociedad colombiana se unió en torno a una causa común, dejando a un lado divisiones partidistas y diferencias ideológicas. Se demostró que la acción colectiva y la organización social podían influir de verdad en las grandes decisiones del Estado. 

Conteo extraoficial y decreto presidencial (27 de mayo de 1990) 

Aunque la séptima papeleta no fue reconocida oficialmente por la Registraduría Nacional, se realizó un conteo extraoficial que mostró el masivo respaldo a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. Ante este panorama, el presidente de la República expidió el Decreto 927 del 3 de mayo de 1990, autorizando la realización de una consulta popular durante las elecciones presidenciales del 27 de mayo de ese año. Allí, los ciudadanos pudieron responder si estaban de acuerdo con convocar una Asamblea para reformar la Constitución. El apoyo fue tan contundente que llevó directamente a la organización formal de la Asamblea Nacional Constituyente. 

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Asamblea Nacional Constituyente y Constitución de 1991 

La Asamblea Nacional Constituyente se instaló en diciembre de 1990 e integró a representantes de distintos sectores sociales y políticos. Allí se debatieron y aprobaron reformas clave para la vida institucional de Colombia, como la ampliación de derechos fundamentales, el fortalecimiento de la participación ciudadana y la modernización del Estado. El resultado fue la expedición de la Constitución Política de 1991, que reemplazó la carta de 1886 y sentó las bases del ordenamiento jurídico actual. 

Todo este proceso, desde la Constituyente hasta la promulgación de la nueva Constitución, es uno de los hitos más importantes de la historia constitucional en Colombia. La séptima papeleta fue el detonante que permitió canalizar el descontento social hacia una transformación institucional de gran envergadura. 

Principales diferencias entre la Constitución de 1886 y de la 1991  

Aspecto  Constitución de 1886  Constitución de 1991 
Duración  105 años en vigor  Vigente desde 1991 
Tipo de Estado  Centralista  Descentralizado, con autonomía territorial 
Derechos  Limitados, con énfasis en lo individual  Amplios, incluyen derechos fundamentales, colectivos y sociales 
Participación ciudadana  Restringida, pocos mecanismos  Plebiscito, referendo, cabildo abierto, iniciativa popular 
Reconocimiento de minorías  Escaso  Reconocimiento de diversidad étnica y cultural 
Corte Constitucional  No existía  Creada como garante de la Constitución 

 

Principales protagonistas del movimiento 

Los protagonistas de la séptima papeleta fueron principalmente estudiantes universitarios quienes tejieron una red de trabajo para impulsar la reforma constitucional. Entre los líderes que se destacaron están jóvenes que, con el tiempo, se convirtieron en reconocidos abogados, académicos y funcionarios públicos. 

Entre esos protagonistas se pueden mencionar nombres como Juan Carlos Esguerra, Humberto de la Calle y Eduardo Cifuentes, quienes más adelante jugaron roles centrales en la Asamblea Nacional Constituyente y en la vida institucional del país. Muchos de los líderes estudiantiles de entonces continuaron su formación en Derecho constitucional y ciencias políticas, ayudando a fortalecer el desarrollo académico y profesional de nuevas generaciones. 

No solo promovieron la inclusión de la séptima papeleta, sino que también se encargaron de difundir información, redactar manifiestos y dialogar con autoridades y medios de comunicación. Su capacidad organizativa y su apuesta por la participación pacífica y democrática fueron esenciales para el éxito de la iniciativa. Muchos de ellos siguieron su carrera en el campo del Derecho constitucional, animando a nuevos estudiantes a Estudiar Derecho y a entender el poder transformador de la ciudadanía activa. 

Legado y transformaciones institucionales posteriores 

La Constitución de 1991 trajo innovaciones sobre derechos fundamentales, descentralización, participación ciudadana y protección de las minorías. La séptima papeleta también dejó una huella en la cultura política del país, demostrando que la movilización social y la participación ciudadana realmente pueden generar cambios en las instituciones.  

La importancia de la séptima papeleta se nota también en la forma en que estudiantes y jóvenes profesionales hoy se involucran en procesos de cambio social. La experiencia demuestra que la participación, informada y organizada puede transformar instituciones y fortalecer la democracia. Para quienes quieren Estudiar Derecho en Bogotá, la historia de la séptima papeleta es un ejemplo inspirador de compromiso cívico, liderazgo y capacidad de incidencia. Además, la experiencia de la séptima papeleta resalta la importancia de la educación superior en la formación de ciudadanos activos y responsables.  

 

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